6.12.05

 

DÍA DE GLORIA (primera parte)

¿Por qué?- Pensaba yo- ¿Por qué nunca a mi y si a él?... no tenia demasiada respuestas, pero incansablemente las buscaba. Me bañaba poco, es verdad, pero no es razón suficiente para que no se me acerquen las chicas. Mi barba, no… a veces estaba larga pero a veces me la pasaba horas renegando con la prestobarba, terminaba con la cara llena de papel higiénico que hacían las veces de tampones para detener las hemorragias. El desodorante antitranspirante en la propaganda dice que funciona, entonces me gasté 2 pesos, a ver si se entiende: ¡¡¡2 PESOS!!! Y tampoco hubo buenos resultados.
Tres invitaciones a tomar café en la última semana, las 3 rechazadas. -¿Bailamos?-dije yo. - Ni a palos- dijo ella, -¿de dónde saliste?- Retrucó. Es verdad… ¿de dónde salí? Mi mamá flaca, mi papá flaco; y yo no, yo chupado, cadavérico, pálido y con granos en la cara, aunque se disimulan con los tajos que me produce la combinación de la prestobarba y la espuma barata.
El otro flaco le dijo lo mismo: “¿bailamos?” “Si”, dijo ella, “con vos si”, y encima me miró. -¿qué mirás? Muerta de hambre, ¿de dónde venís?¿cara de camello?-le dije en voz baja para que no me escuche. Las mujeres son muy difíciles de entender, más difícil es criticarlas. Pero más difícil es ser mujer, pese a que a Nacha Guevara le guste.
Ahí fue que miré al flaco, a ver qué era. Yo no sé: tenía unas ojotas verdes (las de la banderita brasilera), un vaso de fernet en la mano, la botamanga del pantalón doblada hacia afuera, una camisita celeste, los pelos despeinados, barba desprolija que casi no era barba y se movía en la pista que parecía una lombriz con hipo. Tal vez había que imitar a ese estúpido modelo. -Mozo, un fernet…- y luego pensé: y las ojotas, y la camisa, y la botamanga… y ese swing. Chau… -mozo, frená el fernet y haceme un licuado de bananas mejor…- le grite con lo justo al mozo. ...Licuame a ese que parece una lombriz si podés...
El sábado que viene tal vez pueda…

- Hola Romina –Romina es la gorda compañera de secundario a la que nadie se le acercó nunca porque daba mucha sombra… o dejando de lado la metáfora: te oscurecía hasta sacarte el poco brillo que podías llegar a tener-. -¿Cómo estás?... ¿me enseñas a bailar marcha esta semana?... ¿por?... uuu, que lástima… ya fue.
Me puse un disco y miré Wild on en Entertaiment: en ese programa, a la noche, una mina que siempre está re buena recorre boliches de no sé donde y le meten mucho punch y punchi.
Necesito innovar, me voy a comprar una bufanda que en esta época nadie usa bufanda y ahí llamo la atención. Pero atención, creo que era preferible que me cayera el piano en la cabeza a que la bufanda me apriete el cuello de esa manera, la pucha. ¡Mejor!, con 32 grados a la sombra (de Romina) ¡sabés lo que es!, yo si.
¿Y si pruebo lo de las ojotas? Ojo, eh! Esa no es mala idea. –Buenas tardes-, la respuesta de la que atiende y yo que exijo. -Un par de ojotas color manzana- no había-¿ah no? dame amarillas entonces, a ver qué pasa. Ni me las probé, ya era sábado a la tarde y en once se empiezan a ver unas caras difíciles de delinear.
¡La ostia, en medio del boliche me doy cuenta como me aprietan estas ojotas en la punta! el lunes las voy a cambiar. -Mozo, un fernet –ya no importa más nada. -Mozo otro –¿y qué? -mouzso, dirame a la chuica… endonze diramme la gomma…
Ahí recuerdo un grandote que me sacó justo cuando lo tenía medido para darle un trompazo al lombriz ese del sábado anterior. Recuerdo las luces de una Hilux 4X4, eran celestitas y ahí me cargaron. Recuerdo que me tiraron a una celda, si, si, lo recuerdo bien. Y recuerdo que al día siguiente la mujer policía me dijo -¿querés un café? -. -¡guau!- Exclamé -¡y encima no tengo esas horrendas ojotas que me aprietan los pies! ¿Tomarías un café conmigo?- le pregunté. –Me acosté con vos en la madrugada- me dijo.
Era fea, fea, fea. A eso sumale ese uniforme azul que da miedo. Más allá de las fantasías que se han tenido, se tienen y se tendrán con las mujeres policías, yo que la viví te lo digo… SON FEAS, o al menos no son lindas.
Pero a mi no me importó más nada, por fin se me había dado. Ese día, realmente, me sentí en la gloria.


Quico Fucks.

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